El pasado martes 19 de mayo, la sala mayor del Cineclub Municipal se inundó de aromas y sabores ibéricos. Sucedió que desde las 20:30 horas se adueñó de las tablas del escenario el Grupo Arte Flamenco.
El flamenco es la música más popular de la península ibérica. Nacido allá por el siglo XVIII y desarrollado por las riquísimas culturas andaluzas y gitanas en contacto, el flamenco se ha convertido en el sonido identitario de España modificándose con el correr del tiempo y adecuándose a las exigencias de los avances culturales, de las transculturaciones y del veloz viaje de la información que transforma a las chispas de identidad en grandes estatuas o piezas sublimes aptas para el turismo internacional. Pero, sin dudas, el gen gitano vibra más allá de la noche de los tiempos.
El Grupo arte Flamenco presentó un espectáculo impactante e impecable desplegando altas dosis de emoción, sentimientos y situaciones acarreadas por los cuernos de un toro bravío echando polvos por las duras tierras de una España legendaria. Cinco mujeres –la fuerza y el poder sobrehumano del sentimiento femenino- deleitaron a un público obnubilado con bailes y danzas andaluzas enlazadas con bellas poesías, canciones y relatos de la vida cotidiana –amores, desamores, recuerdos y olvidos- con la altiva frente en el cielo, tacones y sensualidad. Si hay algo que puede describir al flamenco –a su danza y su música- es la sensualidad: la belleza y el deseo carnal se exponen de manera sublime ante la provocación del baile y del canto.
Sabor a olivas, castañas, polvos de tierras flotando en el aire, el fuego chisporroteando en el sueño profundo de la noche, bebidas, la ronda humana, campamentos y tiendas, relatos, canciones, recuerdos y evocaciones, sensualidad y sexualidad, provocación y fogosidad. Eso es el flamenco.
La magnífica guitarra de Chocolate parecía cantar, hablar y llorar junto a la voz de La Castaña, impulsada por cinco dedos virtuosos padres del arpegio y del rasgueado. Los sonidos percutivos de El Ruso iniciaban el golpe de los tacos sobre las maderas del escenario comenzando así un paroxismo de intensidades poniendo en alerta todos nuestros sentidos relajados, luego, con los entremeses a cargo de David Metral y la poesía de Federico García Lorca. En las tablas, demostrando la sensualidad flamenca, La Castaña, Noelia y la bella niña Fernanda, junto a la actuación de Ana María Tenaglia.
Guitarra, baile y tacos. Perfumes de una España ancestral. El Grupo Arte Flamenco nos brindó un viaje inolvidable por las lejanas noches ibéricas.
El flamenco es la música más popular de la península ibérica. Nacido allá por el siglo XVIII y desarrollado por las riquísimas culturas andaluzas y gitanas en contacto, el flamenco se ha convertido en el sonido identitario de España modificándose con el correr del tiempo y adecuándose a las exigencias de los avances culturales, de las transculturaciones y del veloz viaje de la información que transforma a las chispas de identidad en grandes estatuas o piezas sublimes aptas para el turismo internacional. Pero, sin dudas, el gen gitano vibra más allá de la noche de los tiempos.
El Grupo arte Flamenco presentó un espectáculo impactante e impecable desplegando altas dosis de emoción, sentimientos y situaciones acarreadas por los cuernos de un toro bravío echando polvos por las duras tierras de una España legendaria. Cinco mujeres –la fuerza y el poder sobrehumano del sentimiento femenino- deleitaron a un público obnubilado con bailes y danzas andaluzas enlazadas con bellas poesías, canciones y relatos de la vida cotidiana –amores, desamores, recuerdos y olvidos- con la altiva frente en el cielo, tacones y sensualidad. Si hay algo que puede describir al flamenco –a su danza y su música- es la sensualidad: la belleza y el deseo carnal se exponen de manera sublime ante la provocación del baile y del canto.
Sabor a olivas, castañas, polvos de tierras flotando en el aire, el fuego chisporroteando en el sueño profundo de la noche, bebidas, la ronda humana, campamentos y tiendas, relatos, canciones, recuerdos y evocaciones, sensualidad y sexualidad, provocación y fogosidad. Eso es el flamenco.
La magnífica guitarra de Chocolate parecía cantar, hablar y llorar junto a la voz de La Castaña, impulsada por cinco dedos virtuosos padres del arpegio y del rasgueado. Los sonidos percutivos de El Ruso iniciaban el golpe de los tacos sobre las maderas del escenario comenzando así un paroxismo de intensidades poniendo en alerta todos nuestros sentidos relajados, luego, con los entremeses a cargo de David Metral y la poesía de Federico García Lorca. En las tablas, demostrando la sensualidad flamenca, La Castaña, Noelia y la bella niña Fernanda, junto a la actuación de Ana María Tenaglia.
Guitarra, baile y tacos. Perfumes de una España ancestral. El Grupo Arte Flamenco nos brindó un viaje inolvidable por las lejanas noches ibéricas.
Crónica: Santiago Pfleiderer
Fotos: Irupé Medina
Fotos: Irupé Medina
Cito:
ResponderEliminar"La magnífica guitarra de Chocolate parecía cantar, hablar y llorar junto a la voz de La Castaña, impulsada por cinco dedos virtuosos padres del arpegio y del rasgueado."
Muy bueno el espectaculo aunque cabe aclarar un error del cronista... La castaña es la bailaora y directora del grupo y la cantaora se llama Eleonora Metral "La Esmeralda"
Fuente: http://www.cineclubmunicipal.org.ar/contenidos/2009_05/sec_ensayo.php?sec=musica
Santiago, o estuve en otro espectáculo o tenemos dos gustos totalmente diferentes. Con todo respeto me parece que vos has querido hacer una crónica "bonita", repleto de adjetivos, que no fue ninguno de los que me generó este grupo. Así y todo pienso que vos como toda la gente que estuvo allí aplaude porque piensa que no sabe y al fin de cuentas ciertos artistas como Grupo arte flamenco se nos rie en la cara y todos aplauden. Primero que todo quien canto no es una cantaora de flamenco ni mucho menos.Si eso es una cantaora yo soy un jugador de pelota vasca...la rubia que entro despues chillaba...la guitarra por momentos bien por otros estaba desafinada. El baile de Fernanda es de academia con menos gracia que un sapo. Y ni hablar del que recitaba la poesia, colgado del espectaculo, pegado con plasticola, quisieron hablar de lorca y le clavaron un gil leyendo encima con luz en el medio del escenario. Nefasto. Lo que pasa que cierta gente aprovecha que la gente tiene miedo a no aplaudir, a abuchear, y terminan aplaudiendo un espectaculo paupérrimo que cae en clichés del manton, de los olés, de las velas, de la poesia de lorca(pobre federico) y se creen y hacen creer que eso es flamenco. Ojalá nos animemos algun dia a decir las cosas que no nos gustan. Ojala uno no solo intente escribir lindas crónicas. Ojala...
ResponderEliminarCronica de una cronica¡¡ lindo para un libro..
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