El del martes fue sin dudas un show diferente. En un escenario acostumbrado a tener en sus tablas espectáculos con formato tradicional, Papi Chimi Romero le dio rienda suelta a la improvisación, a los chistes made in Córdoba, y –sobre todo-, a un buen cóctel de rock and blues.
El cantante y guitarrista recorría las tablas de aquí para allá, secundado por una banda -batería, guitarra, bajo y teclado- que lo seguía en sus peripecias: Desde contar anécdotas, charlar con el público o bailar de un lado a otro, hasta su característica interpretación de un miembro de la iglesia universal, mezcla de brasilero con cordobés.
Claro que tanta varieté tuvo sus puntos flojos: momentos de descoordinación con la banda, improvisaciones que se excedían en tiempo y forma, y algunas improlijidades en escena.
De todas maneras, fue un show diferente, que se disfrutó arriba y abajo del escenario, a tiempo que transitó diferentes momentos y atmósferas con el humor como hilo conductor.
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